Cuando ya no esté...
Díganle al viento que disfruté sus caricias,
y a la vida que no me derrotó.
Díganle al mar que admiré su majestuosidad,
y al mundo que salí de pié.
Díganle al cielo que no me deje ir,
y al tiempo que borre mis recuerdos.
Díganle a mis hijos que un día me verán,
y que entonces volveremos a vencer.
Díganle a mi amada que sigo aquí,
y que en las otras vidas la buscaré de nuevo.
Díganle a mis ojos que la vanidad se desvanece,
y a mis sueños que jamás me rendiré.
Cuando ya no esté...
Díganle a mis manos que si dejan de escribir,
solo será porque mi corazón se canso de latir.