cuando su sonrisa asomó por mi ventana
su rostro era sereno
y su voz calmaba la tormenta.
Sus mil trucos embelezaban mi mundo
Sus mil trucos embelezaban mi mundo
y sus acertijos mi infantil curiosidad.
Cuando estaba lejos
me acompañaban sus cartas
llenas de inagotable sabiduría y bondad.
Y es que Don Victor no era un tipo común,
su caminar erguido y elegante
su caminar erguido y elegante
lo hacían dueño del mundo,
estrechar su mano era un honor
y su mirada era infinita.
Conversar con él era un deleite,
y reír nunca fue más fácil.
Caminar a su lado me hacía invencible
y sentir su abrazo lo era todo.
Trabajador incansable,
hombre de bien,
admirable y digno de imitar,
así era Don Victor
Así, era mi Padre.
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